Año 2005. En ese entonces nos juntabamos regularmente a hacer cortos, con un guión casi improvisado que se remitia a ordenar con alguna lógica los elementos disponibles, una cámara cualquiera y un grupo recurrente de amigos.
En este caso eramos 4, una MD900 que había que devolver recién el lunes, las llaves de una oficina vacia en nuñez, con vista a las vías del tren, un angular de foto (acomodado con shonflex), y unas gafas plateadas onda poncharelo que no podían más. Editado en más o menos un día.
El protagonista es Emiliano Aguerreberry, una vez más.
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